to: | CIDH-Paulo Vannuchi <cidhdenuncias@oas.org> | ||
cc: | Aníbal Enrique Quiñonez Abarca <OASMexico@oas.org> | ||
date: | Mon, Aug 25, 2014 at 7:01 PM |
Comisionado Paulo de Tarso Vannuchi
Comisionado de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH)
Soy Tomoo Terada, la persona que encaró y
cuestionó públicamente este viernes quince de agosto a la señora Pilar Noriega García, expositora en la última mesa pública de la CIDH en México en el Palacio
de Minería en la cual usted también participó, correspondiente al llamado Foro Académico, por el manejo deshonesto de unas quejas cuya reapertura solicité
cuando la señora fue primera visitadora de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF). La señora Noriega no encontró otra salida que
improvisar una disculpa pública hacia mí, porque de otra forma me habría
obligado a entrar en una discusión entre ambos en la cual yo habría continuado exhibiéndola
a ella y a su ex jefe en la CDHDF, Emilio Álvarez Icaza, quien fue presidente
de esa Comisión.
Al mismo tiempo les ofrecí públicamente a
ustedes, los Comisionados de la CIDH, que posterior al término de la sesión y si
les interesaba y relacionado con el caso que reclamé a Noriega, les daría información
que prueba que el ya mencionado Emilio Álvarez Icaza, actual secretario
ejecutivo de la CIDH, es sólo un simulador en cuanto a su imagen pública de
supuesto gran luchador por los derechos humanos.
Aunque no hubo un compromiso como tal por
parte de ustedes, Comisionados de la CIDH, y al final sólo usted se quedó a
hablar conmigo pues ni el Comisionado James L. Cavallaro (cuya competencia abarca México), quien era el otro Comisionado de la CIDH presente, ni la
relatora de Libertad de Expresión, Catalina Botero (muy delgada para ser
Botero), pudieron o quisieron quedarse, no tengo ninguna duda de que el que se
haya transmitido mi reclamo a Noriega y mi ofrecimiento a ustedes a través de
la página web de la propia CIDH y TVUNAM para indeterminado número de
“testigos” sí implica una “presión moral” para que ustedes acepten mi
ofrecimiento.
Sobre todo si soy alguien que da la cara,
pues otro de los expositores presentes, el licenciado Víctor Hugo Pérez
Hernández, quien estuvo en representación de la Doctora María Leoba Castañeda,
directora de la Facultad de Derecho de la UNAM, por problemas de salud de ella,
puede confirmar mi identidad como estudiante de la Facultad que no ha concluido
la carrera. Y una de las principales razones para eso han sido los individuos
como Álvarez Icaza, pues en un momento dado me convencí que sólo los
simuladores como este individuo podrían progresar, no la gente realmente
honesta. Quiero recordarles, resaltar ante ustedes, Comisionado Vannuchi*, pues
a través de usted me estoy dirigiendo también a sus demás colegas Comisionados de la CIDH, que incluso obligué a la señora Noriega a reconocer ahí mismo, en
vivo, que lo que yo denunciaba y reclamaba era cierto, tanto que por eso se
disculpaba públicamente. Por eso ustedes, Comisionados de la CIDH, no podrían argumentar
que no me harían caso por la sospecha de que se trata de la mera ruin calumnia
a un hombre tan honesto y preocupado por los derechos humanos como ustedes
consideran a Emilio Álvarez Icaza, pues de otra forma no lo habrían seleccionado
como secretario ejecutivo.
En cualquier caso yo haré público este
escrito para que conste que ya me comuniqué formalmente con ustedes y que sostengo
por escrito lo que expresé verbalmente en presencia suya, del Comisionado
Cavallaro, y de todos los presentes en el patio del Palacio de Minería en ese
momento sobre este individuo deshonesto y simulador. Y más, mucho más.
Porque si según la Convención Americana sobre Derechos Humanos ustedes, los Comisionados de la CIDH, deben ser “personas de
alta autoridad moral”, también debe serlo el Secretario Ejecutivo de la
Comisión, tal como lo establece el punto 2 del artículo 11 del Reglamento de la CIDH. Lo que estoy denunciando es la violación de esa norma. ¿Puede tener alta
autoridad moral alguien como Álvarez Icaza, quien, en lo que me consta y les puedo
probar, encubrió abusos de la administración anterior a la suya en la CDHDF,
cometiendo abusos ya absolutamente propios la administración a su cargo?
Entiendo
que esta es una situación sui generis pues aunque los abusos de Álvarez Icaza fueron
cometidos cuando era funcionario estatal (una comisión de derechos humanos como
la CDHDF es parte del Estado, no es una ong), tanto por el tiempo transcurrido
como por el hecho de que actualmente sea alto funcionario de la CIDH esta no es
una petición-denuncia de las que suele procesar normalmente la CIDH.
Si hubiera
que definirla de alguna manera, esta es mi aportación al proceso de
fortalecimiento de la CIDH, el cual debe ser permanente, y que les entrega un
simple ciudadano del mismo país de aquel quien es señalado, pues el que se les
haya colado una fruta podrida en la CIDH, quien los ha engañado mostrando una
careta de honestidad y preocupación por los derechos humanos que se derrumba
con una revisión en detalle que muestra que esa careta se la pone y se la quita
según sus intereses, es una debilidad que deben corregir. Decidan si tal clase
de individuo vale la pena que siga formando parte de la CIDH, decidan si públicamente
quieren enviar el mensaje de que para formar parte de la CIDH no importa ni la
honestidad ni la congruencia sino el tener un currículum impresionante, en el
que, por supuesto, se omiten las deshonestidades y abusos cometidos. Porque la
autoridad moral que necesita una institución como la CIDH, cuya función es la
de “promover la observancia y la defensa de los derechos humanos”, no se
obtiene ni conserva con el mero aparente estricto apego a la normatividad.
Debo
adelantarme a la objeción de que todo esto podría tratarse nada más de un
asunto personal ente yo y Álvarez Icaza, pues alguien tan mañoso como él podría
tratar de minimizar así mis señalamientos en contra suya. Pues no niego que
este asunto está cargado emocionalmente para mí. Les constó a usted, el
Comisionado Cavallaro, y los demás presentes que estoy realmente indignado con
Álvarez Icaza, y tengo un profundo desprecio y asco hacia él por hipócrita.
Pero esta animadversión surgió a partir de que acudí como quejoso, es decir,
alguien que acudió para que los derechos humanos suyos y de otros fueran
protegidos, y fui tratado por él y la administración de la CDHDF a su cargo de
forma deshonesta, prepotente, irrespetuosa e indigna, con abierta parcialidad a
favor de la administración anterior de la CDHDF que había concluido de forma
corrupta mis quejas. Antes de esto no conocía a Emilio Álvarez Icaza y por el
contrario algunas personas que estimo me habían hablado positivamente acerca de
él.
También debo informarles que no soy el único
que se ha quejado de ser objeto de abusos por parte de Álvarez Icaza y la
administración que estuvo a su cargo. No sé acerca del trato a otros quejosos,
pero ya que en su carta de postulación Álvarez Icaza resaltó el número de
empleados y la cantidad de recursos que estuvieron a su cargo en la CDHDF, les
entero que ex trabajadores de esa Comisión en su momento se quejaron de él,
quejas de las que por supuesto quienes las emitieron son quienes asumen la
responsabilidad de sustentarlas, destacadamente el señor Rogelio Villarreal Macías, ex subdirector de Publicaciones de la CDHDF.
Y aunque fuera yo el único a quien en toda la
historia de la CDHDF se le hubieran cometido abusos, un solo caso sería motivo
de condena, pues sino se estaría afirmando implícitamente que todos los demás quejosos
que han acudido a la CDHDF merecían ser protegidos en sus derechos humanos y
tratados con respeto y dignidad excepto yo, violando el principio de trato igual
y no discriminatorio.
Pero quiero centrarme en lo que sucedido con Pilar
Noriega, para hacerlos conscientes de que este es un asunto muy serio. Pues, ¿por
qué habría tenido que disculparse la señora Noriega por el hecho cotidiano,
nada infrecuente y hasta banal de que la CDHDF hubiera resuelto en sentido negativo
la reapertura de mis quejas que había yo solicitado, como en tantos otros casos
de otros tantos quejosos ante esa Comisión en que se resuelven negativamente
sus peticiones sin que eso implique algo irregular o indebido?
Lo que
pasa es que la señora Noriega está plenamente consciente de que hubo abusos en
mi contra y ella participó en los mismos. Al encararla, micrófono en mano, le
recordé que estuve en su oficina en la CDHDF y terminó diciéndome que yo podía
ingresar cuánta solicitud de reapertura de mis quejas quisiera, y ellos en la
CDHDF me responderían con un machote, el mismo escrito como respuesta negativa
una y otra vez.
Es decir que la señora Noriega reconoció públicamente,
en presencia de ustedes, dos de los Comisionados de la CIDH, por no hablar del
público presente y telespectador, que siendo funcionaria de una comisión de
derechos humanos del Estado, pagado su sueldo con recursos públicos, deliberadamente
buscó desalentarme como quejoso para no proseguir mis quejas, y hacerme sentir que
sería inútil que insistiera en su reapertura. Como Comisionados del CIDH, como encargados
de vigilar que se respeten los Derechos Humanos en el ámbito de los Estados
Americanos, ¿consideran que una conducta de este tipo, realizada por parte de
la señora Noriega con la indudable complacencia de Álvarez Icaza, se salda con
una disculpa improvisada?
Más
bien, como en otras disculpas públicas que se han ofrecido por parte del Estado
mexicano, la disculpa en este caso tendría que dármela públicamente de manera
formal la actual presidenta de la CDHDF, Perla Gómez Gallardo, asumiendo los
abusos que padecí como una falla institucional de la CDHDF, de los que ella en
lo personal no sería responsable por haber sido cometidas por administraciones
anteriores a la suya, las de Luis de la Barreda Solórzano (1993-2001) y de Emilio Álvarez
Icaza (2001-2009), pero que asumiría como propias como actual titular de la institución.
Si la señora Pilar Noriega realmente ha
cambiado y ya no es la mujer prepotente y deshonesta que me tocó padecer hace
más de diez años bien por ella, pero que no crea que su mera disculpa
improvisada me va a convencer de ello. Y menos si para buscar justificarse dice
mentiras, porque lo que le dijo a usted, Comisionado Vennuchi, de que mis
quejas se trataban de un aumento a la tarifa del Metro es mentira.
Y tal como lo dije en voz alta, ignoro el
trabajo que esté realizando la señora Noriega en la Comisión de la Verdad en el estado de Guerrero, pero realmente espero que sea un gran trabajo, muy
diferente de lo que tocó a mí ver de ella en la CDHDF, por la justicia que
merecen las víctimas de abusos en el pasado de ese estado.
Es
más, Comisionado Vannuchi, como usted y el Comisionado Cavallaro han trabajado
temas de justicia transicional respecto a las dictaduras en Brasil y Chile, les
entero que yo he difundido información que muestra la ilegalidad de la presencia
del personal del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen),
organismo de “inteligencia política” de la Secretaría de Gobernación, en el
Archivo General de la Nación, apoderados de los acervos de la extinta Fiscalía
del Pasado (Femospp), que supuestamente haría justicia en cuanto a las
violaciones de derechos humanos del pasado como las matanzas del 2 de octubre
de 1968, la del 10 de junio de 1971 mejor conocida como “El Halconazo”, y la
llamada “Guerra Sucia”:
Como muestro, yo mismo he sido un luchador
por los derechos humanos, pero a diferencia de Emilio Álvarez Icaza y Pilar
Noriega jamás he recibido dinero del gobierno como pago por (supuestamente) ser
un defensor de los mismos ya con un nombramiento oficial.
Comisionado Vannuchi, este correo es
sólo es para contextualizar la narración que les enviaré ya en detalle sobre
los abusos que padecí en cuanto a las multireferidas quejas que presenté en la
CDHDF, quejas CDHDF/121/97/CUAUH/D0319.000 y CDHDF/121/97/CUAUH/D2261.000, pues
considero mejor no enviar todo en un mismo correo, para su más fácil manejo y
comprensión por parte de ustedes. Próximamente enviaré otro correo en el que ya
narraré los abusos cometidos en mi contra tanto de parte de Álvarez Icaza como
de su antecesor, Luis de la Barreda Solórzano, de quien me extrañó que usted no
supiera nada si es el actual director del programa de Derechos Humanos de la
UNAM. Será porque ambos, Álvarez Icaza y De la Barreda, libran una batalla no
declarada por puestos y reconocimientos como grandes defensores de los derechos
humanos. Y es que es inevitable referirse a este antecesor de Álvarez Icaza
como presidente de la CDHDF, sobre quien expuse públicamente en mi blog
personal lo siguiente, sin que hasta la fecha ese individuo, de la misma
catadura moral que Álvarez Icaza, se haya atrevido a negarlo a pesar de que envié copia al rector, Doctor José Narro: [teradatomoo.blogspot.mx/2013/ 05/luis-de-la-barreda- solorzano-y-el.html]
Me preguntaba usted, Comisionado Vannuchi, en
cuanto a la formalidad que solicitan en las peticiones que se presentan ante la
CIDH, que si yo había agotado todos los recursos legales internos en México.
Como ya lo manifesté esta no es una petición de las que normalmente procesa la
CIDH, sino una situación sui generis acerca de la carencia en un alto
funcionario de la CIDH de la alta autoridad moral que se requiere para el cargo
que se le ha conferido.
Pero, a grandes rasgos jamás tuve oportunidad
de recurrir a esos recursos legales internos por los que pregunta. Yo presenté
mis quejas en 1996 y 1997, durante la administración de Luis de la Barreda
Solórzano ambas fueron concluidas de forma deshonesta como sostengo, y en ambos
casos presenté recursos ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH),
entonces a cargo de la señora Mireille Roccatti. En ambos recursos se recurrió
a trampas para justificar la actuación de la CDHDF, tanto que en uno de los
recursos la CNDH me ocultó información importante a mí, el recurrente, información
que en cambio dio a conocer a la CDHDF, la cual tampoco la hizo de mi
conocimiento, algo que sólo descubrí hasta 2005, cuando pude tener acceso a esa
información antes escamoteada al ya existir una ley local de transparencia.
Al solicitar en 2001 la reapertura de mis
quejas a la nueva administración de la CDHDF, la de Álvarez Icaza, suponiendo
que sería muy diferente a la de De la Barreda, y en el contexto del entonces
aparente promisorio proceso de democratización general del país, se dieron los
abusos como el cometido por la señora Pilar Noriega, reconocido por ella misma.
Se realizó un supuesto análisis de los expedientes de queja, a cargo de una
visitadora adjunta, Laura Belinda Gómez Ortiz, subalterna de Noriega, para
determinar si era procedente la reapertura de las quejas. Le llamo supuesto
análisis pues en el mismo se distorsionaban los hechos contenidos en los expedientes
a fin de prácticamente presentar mis quejas como irracionales y frívolas, y
justificar la negativa a su reapertura. A pesar de mis solicitudes que presenté
en su momento para que se me diera a conocer el contenido de este análisis
jamás se me respondió, y sólo pude conocer ese contenido también hasta 2005.
Presenté entonces una denuncia ante la
Contraloría Interna de la CDHDF, a cargo de Rosa María Cruz Lesbros, subordinada
directa de Álvarez Icaza, en contra de la visitadora adjunta que he mencionado,
quien para ese momento había dejado de trabajar en la CDHDF. La señora Lesbros
buscó encubrir el abuso cometido al haberse rechazado la reapertura de mis
quejas con base en un análisis que intencionalmente había distorsionado los
hechos que constaban en los expedientes, y cuyo contenido se me había
escamoteado en su momento.
Como ejemplo del grado de deshonestidad de
Lesbros para complacer a su jefe Álvarez Icaza y justificar los abusos cometidos,
en su resolución a mi denuncia textualmente expresó lo siguiente:
“…suponiendo que […] se refiera a que no le
dieron a conocer el documento […], es de manifestarse que lo importante para
él, no es que le den a conocer dicho documento, por el cual se apoyó la Primera
Visitadora General de esta Comisión (Pilar Noriega, anotación Tomoo Terada)
para reabrir o no sus expedientes, ya que en el mismo únicamente se refiere a
un proyecto de acuerdo, el cual forma parte de los trámites internos de dicha
Visitaduría para la realización se (sic, Tomoo Terada) de sus labores…”
Entonces
obviando la reiterada violación a mi derecho de petición al solicitar ese documento
sin que se me respondiera en su momento ni siquiera en sentido negativo, la
señora Lesbros estableció que ese “análisis” distorsionado y deshonesto de mis
quejas no era importante para mí conocerlo e impugnarlo, pues correspondía a
trámites internos de la CDHDF. No puede haber más descarada y cínica confesión
de que la CDHDF funcionaba (¿funciona?) como una “caja negra” de opacidad.
Presenté entonces un recurso de impugnación
de la actuación de la CDHDF, dirigido al presidente de la CNDH. En lugar de
enviarlo a la CNDH como lo establece la norma correspondiente, la CDHDF se la
turnó a Cruz Lesbros quien me enteró, a pesar de que el escrito no iba dirigido
a ella, que haría del conocimiento del presidente de la CDHDF, Álvarez Icaza,
mis “manifestaciones”. Luego recibí una notificación de Lesbros en el sentido
de que Álvarez Icaza había realizado un “análisis del procedimiento de
investigación” y no había encontrado nada irregular, por lo que le daba un
espaldarazo a su subalterna.
En ese documento, Álvarez Icaza, sin ser
abogado utilizaba un lenguaje legal para manifestar que no había encontrado
ninguna irregularidad, sin retomar ni mucho menos responder a los señalamientos
precisos que hice de abusos como el ya mencionado “análisis” realizado a modo
para rechazar la reapertura de mis quejas.
Solicité a Álvarez Icaza que me proporcionara
ese documento sin que me respondiera. Lo volví a solicitar y se me proporcionó
ya en la administración del nuevo presidente de la CDHDF Luis González Placencia,
en 2013, conociendo hasta entonces su contenido. Lo solicité hasta entonces,
pues aunque nunca tuve contacto con González Placencia durante la
administración de Álvarez Icaza González Placencia había sido primer
visitador en esa administración, posterior a la señora Noriega. Por eso no tenía confianza.
¿Le parece claro entonces, Comisionado
Vanucchi, si traté o no de usar y agotar todos los recursos legales que pude,
incluidas solicitudes de información presentadas años después por la
imposibilidad de presentarlas entonces, por lo que carecí de posibilidad, en su momento,
de acceder a las pruebas para probar los abusos? ¿No le ha agotado la simple
lectura como a mí me ha agotado escribir y recordar esta enumeración de abusos? Un principio jurídico establece que nadie está obligado a lo imposible.
Comisionado Vannuchi, como le expliqué para
mí sería inviable por su alto costo enviar a Washington las fotocopias de la
documentación que sustenta mis señalamientos en contra de Álvarez Icaza. Incluso
el enviarlas escaneadas mediante correo electrónico. Por eso les propongo que, una
vez que lean mi relato de los abusos cometidos y quieran revisar la
documentación que prueba los mismos, que sea a través de las oficinas de la OEA en México, a cargo del Embajador Aníbal Enrique Quiñonez Abarca, como la haga
llegar a ustedes. Así podré dejar con el/la funcionario (a) que ustedes indiquen
fotocopias de los documentos que sustentan mis señalamientos contra Álvarez
Icaza, e incluso hacer ante él/ella la compulsa entre esas fotocopias y los
originales de los documentos o copias certificadas de los mismos que poseo para dejar establecida su absoluta veracidad.
Por
eso mando copia de este correo al embajador Quiñónez Abarca. También para
contrarrestar la posibilidad, que no me extrañaría, de que Emilio Álvarez
Icaza, con sus tácticas que le conozco, imponga censura a este correo e impida
que llegue a su conocimiento, comisionado Vannuchi, a pesar de que tendría toda la posibilidad de
defenderse y argumentar a lo que a su derecho convenga.
A usted le escribo al correo cidhdenuncias@oas.org, pues el correo que
me proporcionó Paulina Corominas Etchegaray, también de la CIDH.
Atentamente.
Tomoo Terada
*Por un error varias me referí varias veces en mi correo al Comisionado Vanucchi como "Vennuchi". Ya me disculpé con él.
NOTA:
Esta es la primera entrada de una serie en la que mostraré los abusos tanto de Luis de la Barreda Solórzano como de su encubridor, Emilio Álvarez Icaza. Como se podrá comprobar se trata de temas complejos pero que en esencia tienen que ver, por una parte, con la falta de rendición de cuentas y simulación en las comisiones de derechos humanos; y por la otra con la también falta de rendición de cuentas, opacidad, autoritarismo y mentira en el poder legislativo.
Aquí he mostrado cómo una muy conocida defensora "izquierdista" de los derechos humanos como Pilar Noriega García, quien como activista ha realizado una labor destacada, como funcionaria de una comisión como la CDHDF pudo comportarse de la forma más deshonesta y burocrática posible porque así le convenía a su jefe. El poder marea incluso a gente como esta señora.
En esta segunda entrada inicio la presentación y análisis de lo que sucedió alrededor de mi queja CDHDF/121/97/CUAUH/D0319.000, en contra de José Luis Luege Tamargo, entonces miembro de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), presidente de la Comisión de Vialidad y Tránsito Urbanos de la ALDF, encubierto por De la Barreda, a quien a su vez encubrió Álvarez Icaza: http://teradatomoo.blogspot.mx/2014/09/como-aseguro-jose-luis-luege-tamargo.html
Este serie de entradas es un trabajo periodístico pues aunque parto del yo, igual que en el llamado New Journalism con obras como Los Ejércitos de la Noche, me baso en información comprobable que yo mismo he obtenido. Tan así que subo escaneos de páginas sueltas de los documentos para sustentar la veracidad de las transcripciones que publico. Aquí no se trata de desahogos, meras opiniones o suposiciones.
Tomoo Terada
*Por un error varias me referí varias veces en mi correo al Comisionado Vanucchi como "Vennuchi". Ya me disculpé con él.
NOTA:
Esta es la primera entrada de una serie en la que mostraré los abusos tanto de Luis de la Barreda Solórzano como de su encubridor, Emilio Álvarez Icaza. Como se podrá comprobar se trata de temas complejos pero que en esencia tienen que ver, por una parte, con la falta de rendición de cuentas y simulación en las comisiones de derechos humanos; y por la otra con la también falta de rendición de cuentas, opacidad, autoritarismo y mentira en el poder legislativo.
Aquí he mostrado cómo una muy conocida defensora "izquierdista" de los derechos humanos como Pilar Noriega García, quien como activista ha realizado una labor destacada, como funcionaria de una comisión como la CDHDF pudo comportarse de la forma más deshonesta y burocrática posible porque así le convenía a su jefe. El poder marea incluso a gente como esta señora.
En esta segunda entrada inicio la presentación y análisis de lo que sucedió alrededor de mi queja CDHDF/121/97/CUAUH/D0319.000, en contra de José Luis Luege Tamargo, entonces miembro de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), presidente de la Comisión de Vialidad y Tránsito Urbanos de la ALDF, encubierto por De la Barreda, a quien a su vez encubrió Álvarez Icaza: http://teradatomoo.blogspot.mx/2014/09/como-aseguro-jose-luis-luege-tamargo.html
Este serie de entradas es un trabajo periodístico pues aunque parto del yo, igual que en el llamado New Journalism con obras como Los Ejércitos de la Noche, me baso en información comprobable que yo mismo he obtenido. Tan así que subo escaneos de páginas sueltas de los documentos para sustentar la veracidad de las transcripciones que publico. Aquí no se trata de desahogos, meras opiniones o suposiciones.
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Me gusta la buena conversación, sea personal o en línea, pero borraré sin contemplaciones cualquier insulto. Cuando he criticado a alguien siempre he mostrado las razones para hacerlo. Y jamás me he ocultado en el anonimato, como hacen muchos en línea.