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lunes, 30 de mayo de 2011

La aclaración de Javier García-Galiano acerca de los chinos y los gatos






Desde hace algún tiempo, a partir de que exhibiera públicamente a la racista, cobarde y sobrevalorada escritora mediocre actual funcionaria universitaria Rosa Beltrán, comencé a recibir una serie de anónimos insultantes y amenazadores con fuerte carga racista que continúan a la fecha, y que todo indica provienen del Cisen, extrañamente indignados porque me haya “metido” con la que, supongo, es su escritora favorita. O tal vez no es algo tan extraño: porque sin duda a algunas y algunos habrá ofendido en sus sentimientos racistas latentes el ver que un “oriental” se “atreva” a “meterse” con una mujer blanca, cuestionándola públicamente.

Una que pretende dar la imagen de escritora “feminista” al tiempo que deja claro que para ella las mujeres “orientales” son mujeres sin cualidad alguna que las redima (en Estados Unidos las feministas negras llegaron a señalar que el movimiento feminista como tal, mayoritariamente conformado por mujeres blancas de clase media, no tomaba en cuenta los temas de racismo y discriminación).

Pero, como ya lo había escrito, a pesar de la pésima opinión que tengo de Rosa Beltrán me parecería muy delicado el señalarla como directa responsable de los anónimos, pero no deja de llamarme la atención que los autores de los mismos la hayan involucrado directamente. Por otra parte, los autores de los anónimos deberían pensar que también es muy delicado que hayan involucrado a Beltrán -o revelado su involucramiento- , pues yo puedo llegar a proceder legalmente contra ella como presunta cómplice de estos cobardes ataques. Hasta ahora no he querido hacerlo porque implicaría un alto costo monetario y de tiempo, pero sobre todo porque alguien tan cínicamente mentirosa podría pretenderse una víctima de la "misoginia". En cualquier caso yo suscribo lo que escribí originalmente: no me preocupan las represalias que sufra por haber exhibido a Beltrán.

Soltando en los anónimos aquí y acá información de lo que parece ser mi “ficha” policíaco-política han pretendido, sin ningún éxito, intimidarme o, peor aún, hacerme perder el tiempo dedicándoles más tiempo del que merecen. Como ya lo comenté, no he leído todos los anónimos que me han enviado, pues no los mandaron al rincón que se les señaló, cual “perros primero”, para que ahí hicieran sus necesidades, esto a fin de que pueda uno taparse la nariz primero.

Y es que, contra mi costumbre, tengo que mencionar el asunto de los anónimos aquí, en el cuerpo principal de una entrada en mi blog, para contextualizar las circunstancias que rodearon una reciente aclaración pública del escritor Javier García-Galiano acerca de los chinos y los gatos.

Como algo excepcional publiqué uno de estos anónimos enviados porque hacia referencia al texto “María y los gatos”, del escritor Javier García-Galiano, quien actualmente es columnista del diario El Universal, en el cual yo mismo he publicado. El nombre de su columna es Callejón de Sombrereros. En la columna específica que se comenta, en la cual se dedica a rememorar a la filosofa española María Zambrano, García-Galiano establecía una relación de causa-efecto entre la proliferación de restaurantes chinos en Velez-Málaga, España, con la desaparición ahí de los numerosos gatos que solían rodear la tumba de Zambrano, quien en vida había amado a estos animales. La frase, en realidad muy corta, incidental y sin énfasis alguno, de todos modos implicaba, leída con atención, que los gatos habían sido diezmados al ser cazados por los chinos, pasando a formar parte de los platillos que éstos preparaban en sus restaurantes.

La referencia al texto de García-Galiano claramente fue un fallido intento de los autores del anónimo para provocar en mí un enojo, una molestia. Creyendo que el texto me “abrumaría” con el prestigio de un escritor que publica en uno de los principales diarios del país y que con su testimonio “apoyaba” la idea de que los chinos (y por extensión otros asiáticos) de manera solapada cazaban gatos en un país occidental como España, para luego comérselos, me enviaron el anónimo. Tengo que puntualizar esto. Yo me enteré del texto de García-Galiano por el anónimo que se me envió. No me dedico a monitorear en los periódicos las expresiones de racismo antiasiático que se publiquen porque esa tarea, en todo caso, le correspondería realizarla a una organización y no a un individuo. Ha sido cuando me he enterado casualmente de ese tipo de información que he actuado.

De la columna de Rosa Beltrán, en la que esa señora inventó que los coreanos de la Zona Rosa se robaban los gatos de sus vecinos mexicanos y estos últimos habían protestado, me enteré porque solía comprar los sábados Milenio Diario para leer el suplemento cultural Laberinto. Costumbre que terminé cuando el editor de Laberinto, José Luis Martínez S., dejó públicamente claro que no le importaba publicar refritos los cuales no se advertía a los lectores que eran tales, ni tampoco —aún más grave— le importaba que sus colaboradores con puestos en la alta burocracia universitaria (¿habrá próximo libro del señor Martínez bajo el sello de la UNAM como recompensa?) engañaran deliberadamente a los lectores con falsa y racista información inventada.

Y de la campaña en pro del linchamiento y asesinato de Fabio Hua Fang, como presunto agresor del perro “Clinton” en Chile (¿dónde está y qué es de “Clinton”?: la "chilena de mierda" y el "argentino de mierda", par de hipócritas racistas que tanto gritaban quererlo y “pre-ocuparse” mucho por el pobre perro deberían despejar esta incógnita), me enteré al buscar información sobre el caso del perro “Callejerito”.

Con lo que no contaban los autores del anónimo era conque yo conocía a García-Galiano, así fuera de forma muy superficial y habiéndolo visto una sola vez. Me puse en contacto con él por correo electrónico y le comenté del anónimo que me habían enviado y del uso racista que se podía dar a su texto, algo que rebasaba la intención ofensiva del anónimo dirigido hacia mí para derivar en la continuación y perpetuación de una leyenda urbana de “orientales” robando perros y gatos para comérselos. Una mentira, un estereotipo racista antiasiático, que sospechosamente se ha difundido en varios países occidentales como supuesto rumor espontáneo, cuando que el caso de Beltrán — tal vez único en el mundo en ese sentido—, demuestra que la difusión de ese tipo de mentiras se hace de manera deliberada y aquí en México una de sus promotoras tiene nombre y apellido.

Desde el primer momento Javier García-Galiano aceptó que sí, que lo que había escrito sobre los gatos de la tumba de María Zambrano y los restaurantes chinos no había sido más que una ironía fallida, algo que había pensado como un chiste inocente e inocuo. Pero en gran contraste con Rosa Beltrán, nunca fingió hacerse el ofendido ni buscó que lo encubriera el editor de la sección cultural de El Universal, espacio en el cual publica su columna. Y, sobre todo, se mostró realmente consternado al enterarse de que lo que había escrito pudiera utilizarse con fines racistas.

Tuve, eso sí, que insistir un poco, volviendo a escribirle algún tiempo después para hacer de su conocimiento lo sucedido en Chile, dejándole así claro que algo tan aparentemente banal, indigno de una aclaración, podía derivar, acumulado y con el transcurrir del tiempo, en odio y prejuicio racista violento. Le había reenviado otro de los anónimos enviados y que no he publicado, con fotografías de asiáticos a los que se les agregaron insultos específicamente en contra mía, para que pudiera constatar por sí mismo el tipo de gentuza que podía manipular su texto dándole un sentido que él no había buscado. Al parecer quedó horrorizado de que se le pudiera relacionar de alguna forma con tal tipo de gente.

Es por todo lo anterior que al final de su reciente columna titulada “El sol”, publicada este viernes 6 de mayo de 2011, García-Galiano escribió el siguiente mea culpa:

Hace un par de meses, publiqué en estas páginas un artículo sobre María Zambrano y los gatos, en el que me permití la torpe ironía de aludir a un mito popular que atribuye la desaparición de los gatos, en su tumba de Velez-Málaga, a la proliferación de los restaurantes chinos, sospecha que queda refutada, entre otras cosas, por el hecho de que fueron los chinos los que inventaron los gatos.

Pido clemencia por mi estupidez.


Considero que García-Galiano incurrió en un autoescarnio innecesario. No era necesario pedir clemencia alguna por lo que desde el principio quedó establecido como un simple error sin mala fe deliberada. Tampoco considero que se pueda hablar de estupidez suya alguna. Por otra parte, desde el principio usó esta idea de la invención de los gatos por parte de los chinos, una idea de evidente carácter mítico al parecer proveniente de algo que escribiera el escritor español Ramón Gómez de la Serna.

En el transcurso de estos meses me he enterado de que Javier García-Galiano tiene algunos fuertes detractores en el medio literario mexicano, entre ellos escritores que respeto. No sé si tengan razón o no en su antagonismo hacia él. Y no me interesa saber más. Pero lo que sí sé es que ninguno de esos detractores, estoy seguro, tendrían la cobardía de enviarle anónimos.

Así que lo que puedo aseverar, según lo que recientemente me ha constado de manera directa, es que Javier García-Galiano es una persona capaz de reconocer públicamente un error, que no se oculta de manera cobarde tras su editor para no responsabilizarse por un texto que lleva su firma, y es alguien quien puede incurrir en el humorismo fallido pero no en la invención racista deliberada. Agradezco públicamente su honestidad.

Esta es una pequeña victoria en contra de los estereotipos racistas, los cuales, de tan difundidos y tan poco cuestionados que son, llevan a que incluso personas de buena fe involuntariamente contribuyan a difundirlos y perpetuarlos.

También es una derrota, un tiro que les salió por la culata a los autores de los anónimos racistas a los cuales he aludido, quienes para tener éxito en su campaña de acoso en mi contra deberían tener un grado de inteligencia el cual, obvio, no tienen. Parecen no entender que entre más me ataquen y con más ruindad lo hagan, más apoyo y simpatía me procuraran.

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