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sábado, 26 de junio de 2010

Entrevista con Roberto Escudero acerca de Elena Garro


EN MEMORIA ROBERTO ESCUDERO, LÍDER DEL 68 (1941-2016)









(He decidido borrar la primera parte que había a fin de exponer el asunto Garro de inmediato)

Y entremos en materia con la presente entrada: En julio de 2006 se desató un escándalo mediático: la sensacional revelación, con base en documentos oficiales, de que Elena Garro, la fallecida primera esposa de Octavio Paz y por méritos propios una de las más importantes escritoras ya no de México sino de América Latina, había sido una espía al servicio del gobierno represor de Gustavo Díaz Ordaz, durante el definitorio año de 1968, y además a su vez era espiada por otros espías.

La revelación confirmaba la leyenda negra que perseguía a Garro desde 1968, al haber denunciado ante la prensa como subversivos organizadores del movimiento estudiantil de ese año a un numeroso grupo de intelectuales, entre los que incluía al recién fallecido Carlos Monsiváis, Leonora Carrington, Luis Villoro, Víctor Flores Olea, Rosario Castellanos, Emmanuel Carballo, el propio Octavio Paz, etcétera, provocando el repudio y ostracismo en su contra.

Esta insólita revelación se había conseguido gracias a la voluntad de transparencia del Instituto Federal de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), encarnada en el comisionado encargado del asunto, Alonso Lujambio Irazábal, politólogo con una destacadísima trayectoria, quien en ese entonces era el Comisionado Presidente del IFAI y ahora es (era) el actual secretario de Educación Pública. Y a la incansable tenacidad de un solicitante de información: Alfredo Herrera Patiño, titular de la editorial Verdehalago.

El escándalo alcanzó proporciones internacionales: [El País, España], [Clarín, Argentina], [EFE World News Service], [Folha de Sao Paolo], e incluso, como si se tratara del juego del teléfono descompuesto, la información llegó a distorsionarse y se informó que Elena Garro espiaba a Octavio Paz [La República, Uruguay]...

Todo iba bien hasta que apareció un aguafiestas, el servidor de ustedes y autor de este blog. En el número 9 de la revista Replicante, correspondiente al trimestre noviembre de 2006 - enero de 2007, se publicó mi texto “Elena Garro y la guerra de las verdades” , analizando el caso. Los documentos oficiales resultaban no ser tales sino sólo un par de papeles anónimos que nadie, incluida Elena Garro, suscribía. Y que presentaban contradicciones como la de confundir el sexo, el genero de una persona bien conocida por la supuesta informante.

La "gran prensa" omitió especificar el carácter de los supuestos "documentos oficiales", los cuales, por cierto, nunca tuvo a la mano como para publicar las contundentes afirmaciones tipo "Elena Garro fue espía" que publicó. Un par de papeles anónimos que ningún periodista verdaderamente serio y profesional habría aceptado publicar si los hubiera recibido directamente "probaban" que Elena Garro había sido espía.

Luego se dieron una serie de extrañas conductas por parte del inquisitivo editor y el demócrata comisionado. Después de un debate público en línea entre un servidor y Alfredo Herrera Patiño, éste decidió desaparecer sin explicaciones el blog del cual se podían descargar “las pruebas” contra Garro. Tiempo después alegaría mentirosamente, omitiendo los señalamientos que públicamente un servidor le habían hecho, que había desaparecido el blog para que todo se desarrollara en el ámbito legal y no en el de la opinión. En cuanto a Lujambio, resultaría que el insistir en saber el por qué del error que había cometido y no quería admitir iba revelando que en el IFAI se dan a alto nivel instrucciones verbales de las que no quedan entonces constancias escritas de su fundamento y motivación, que los funcionarios de ese Instituto pueden ser juez y parte para negarle información a un solicitante, que…

Finalmente, el IFAI, al negarse tramposamente a proporcionar la información referente al cumplimiento del compromiso público que Lujambio había hecho a nombre del Pleno de los comisionados de ese Instituto, en entrevista con el diario Excélsior, en el sentido de que ese Pleno difundiría el conocimiento de los papeles acerca de Garro, sobre los cuales él se había basado para calificarla como espía y a fin de que la opinión pública ("el país") juzgara al respecto, con eso dejó claro que esto no se trataba de un asunto de diferencias en cuanto a opiniones, creencias o percepciones acerca de la conducta de Garro. Era el encubrimiento torpe, por parte de toda una institución, el IFAI, del error “tonto” cometido por su entonces comisionado presidente, avalado por el resto de los comisionados con su voto unánime, error el cual los comisionados integrantes del Pleno del IFAI temían que fuera conocido y comprobado de primera mano por el público interesado, a un nivel masivo.



Lujambio había expresado claramente ese compromiso:


"(En el futuro) vamos a impulsar que se conozcan esos documentos para que la opinión pública pueda juzgarlos, pueda analizarlos y serán los estudiosos de estos temas quienes determinarán la verdad de los hechos, nosotros estrictamente nos estamos pronunciando sobre la publicidad de documentos" dijo Lujambio, comisionado presidente del IFAI.


Pero el Pleno del IFAI, en una resolución llena de mentiras para sobre ellas construir sus "argumentos", de afirmaciones contradictorias y de descarados conflictos de interés por parte de los comisionados y otros miembros del IFAI involucrados, resolvió que:


1. El recurrente basa, tanto su solicitud de información como su recurso de revisión, en las argumentaciones que el comisionado Alfonso (sic) Lujambio Irazábal emitió a la reportera Cecilia García quien escribió la nota periodística, es decir, basa su actuar en las afirmaciones realizadas por el Comisionado Lujambio, que fueron interpretadas por la reportera Cecilia García para realizar el artículo que el recurrente invoca.

Es importante destacar que dichas manifestaciones no se encuentran revestidas de un formalismo previamente establecido en alguna norma jurídica, como lo es el desarrollo del pleno de este Instituto, motivo por el cual no pueden ser tomadas como oficiales o formales.


En un lenguaje llano, lo que se afirmaba es que, al no haber sido realizadas las manifestaciones de Lujambio durante un procedimiento formal, como la sesión del Pleno del IFAI, las mismas no tenían carácter oficial, y por lo tanto no hacían "prueba plena para asegurar que lo ahí vertido corresponda a un compromiso público del Pleno del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública".

Hay jurisprudencia mexicana en el sentido de que las notas periodísticas no pueden ser utilizadas como prueba en contra de alguien. Y eso es correcto. Que alguien afirme en una nota periodística que otro es un criminal, realiza actividades criminales, no prueba que sea verdad esa acusación. Incluso aunque aparezca en autos judiciales tampoco.

Pero esto es algo muy distinto, ese nunca fue el caso aquí, pues el problema que se plantea es otro, el de la doble moral, el doble discurso del Pleno del IFAI y sus comisionados en lo individual respecto a la prensa, a la que utilizaron y siguen utilizando a fin de obtener presencia mediática útil para sus carreras políticas y administrativas, pero ante la cual no asumen responsabilidad alguna por la veracidad o la mentira de las declaraciones que emitan ante ella.

Alonso Lujambio afirmó ante la prensa asistente, durante el transcurso de la sesión del Pleno del IFAI, que Elena Garro era espía. Ante el escándalo desatado él y los otros comisionados pretendieron lavarse las manos diciendo que el juzgar si Garro era o no espía era responsabilidad de otros. Y Lujambio se comprometió, a nombre del Pleno, pues utilizó el plural, que se impulsaría el conocimiento de esos papeles a fin de que esos otros pudieran juzgar por sí mismos acerca de Garro. La exactitud de la nota periodística respecto al compromiso de Lujambio en sí jamás fue desmentida o puesta en duda. El "argumento" presentado fue que no era "prueba plena", pues no tenía carácter oficial.

Pero volviendo a Garro yo me pregunto: si Lujambio ha pretendido esconder bajo la alfombra su error respecto a una escritora ya muerta, lamento decirlo, ¿pero entonces qué no llegará a hacer cuando una decisión equivocada, irresponsable, tomada sin pleno conocimiento y reflexión suya implique perdida de dinero o hasta de vidas humanas? Su actual colega de gabinete es Juan Molinar Horcasitas, un hombre que tiene extrañas ideas (eso sí plenamente apoyadas por los mafiosos simuladores del derecho que mayoritariamente regentean la Suprema Corte) de lo que es la responsabilidad pública, como en el caso de la guardería ABC, o el por qué de la celebración de licitaciones públicas en beneficio de los consumidores, cuya finalidad es la de promover que haya competencia entre diversas empresas.

Estas actitudes son las que me han ido convenciendo de que hay más de trasfondo en todo esto. Porque cuando más escarbo más me convenzo de que Garro fue víctima de un plan para destruirla, difamándola, aislándola y aprovechando sus propios errores y defectos. Un plan tan exitoso y terrible, que habría triunfado incluso después de muerta ella.

Elena Garro, la perseguida por la mala suerte y el malentendido. En el texto publicado en Replicante insinué la conveniencia de investigar si la denuncia en contra de la comunidad intelectual que los diarios le atribuyeron en 1968 no habría sido una distorsión informativa, otra más de las que parecen perseguirla, viva o muerta. Lo cual no quiere decir que la considere la víctima inocente, la mártir feminista, la casi santa que por ejemplo pretende Patricia Rosas Lopátegui, su biógrafa oficial. Es decir: de nada sirve mentir, negando el hecho de que era una persona conflictiva y arrogante, algo en lo que coinciden los testimonios que he ido recogiendo e incluso el diario que de ella publicó Rosas Lopátegui.

Pero si fue víctima de unos juegos de poder, como cada vez estoy más convencido (culpen a Alfredo Herrera y a Alonso Lujambio de eso), Garro tiene, a pesar de todos sus defectos, mi simpatía.

Pero tengo que agregar que tampoco Alonso Lujambio, el IFAI y Alfredo Herrera Patiño tienen toda la responsabilidad. Los diferentes periodistas que tuvieron contacto con esta información no hicieron bien su trabajo por incurrir en el periodismo de declaraciones o periodismo declarativo.

Casualmente conocí a Roberto Escudero, representante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ante el Consejo Nacional de Huelga, durante el movimiento estudiantil de 1968. Lo primero que hice, al conocerlo, fue preguntarle acerca de las afirmaciones del crítico literario Emmanuel Carballo, en el sentido de que durante 1968 Elena Garro había llamado a aquél para que entregara a Escudero, se entiende que a la policía.

Me sorprendió muchísimo enterarme que Escudero recordaba algo completamente diferente y contrario a lo afirmado por Carballo. La supuesta víctima de la perversidad de Garro guardaba un recuerdo afectuoso hacia quien, supuestamente, había maniobrado para que lo encarcelaran.

Por eso le solicité esta entrevista en la que pasamos revista lo mismo a lo afirmado por Carballo que a las bonitas piernas que Elena Garro tenía. No publico la entrevista completa pues algunas preguntas se refieren a otros asuntos. Aparece aquí, en mi blog, pues me pareció que se conseguiría una publicación más rápida que la implicada en buscar quien quiera publicarla y haya la fortuna de que no imponga limitaciones de espacio al resultado final. De cualquier modo, si llego a reunir más adelante mis textos, publicaré la entrevista en papel.

Roberto Escudero tiene su propio blog.



[Anotación del 2 de septiembre de 2014.  Sigo sosteniendo lo que le dije y dije sobre Alonso Lujambio, cuando no sabía que estaba enfermo ni que moriría poco tiempo después. Lamento su muerte porque aunque nunca llegamos a ser amigos tuvo casi siempre un trato amable conmigo, en absoluto contraste con un patán como Guerrero Amparán. Pero cuando empezó a contemplar el llegar a la candidatura presidencial por parte del PAN comenzó a verme, al parecer, como una amenaza, alguien que podía arruinar su camino.

Sigo lamentando su falta de honestidad y valentía para reconocer el error que cometió y para nada lo considero el gran democráta que ahora, ya muerto, se quiere hacer de él. Lo que lamento es la perdida de un hombre que, comparado con la inmensa mayoría de sus colegas políticos, era inteligente y amable. Prefiero recordarlo así.]


Entrevista realizada el 22 de junio de 2010, en Perisur.

R.E. es Roberto Escudero y T.T. es Tomoo Terada.




T.T.: Roberto, ¿cómo conociste a Elena Garro y a Helena Paz? ¿De qué forma te pusiste en contacto con ellas?

R.E.: Yo las conozco porque presidía las reuniones del Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras, en el Auditorio Che Guevara. Ellas se sentaban hacia la mitad del Auditorio y permanecían muy atentas. Para mí en lo personal era un orgullo que Elena Garro estuviera ahí porque yo ya sabía que era una de las más grandes escritoras de México.

T.T.: Tú tienes este contacto con ellas a partir de que Emmanuel Carballo las lleva a una reunión y me decías, hace un momento, fuera de grabación, que lo hacías para cuidar de ellas a la asamblea, en el sentido de que metían desorden. Y se peleaban con todo mundo.

R.E.: Sí, es correcto. Eso es lo que ocurría. En un momento dado estábamos hablando del pliego petitorio y a una señal de Elena Garro Helena Paz pide la palabra y ella me dice que incluyamos en el pliego petitorio los problemas de los campesinos de Ahuatepec. Entonces yo le explico, lo mejor que puedo, que hay mucha gente que quiere que el pliego petitorio se amplíe con demandas que traen de otras partes, pero que esto ya es imposible puesto que pliego petitorio se iría a una extensión que sería muy difícil, que ya perdería su eficacia. En ese momento ella me dice, me acuerdo muy bien, me dice aunque lo dice en plural: “Entonces son chambistas y priistas” (ríe).

Pues yo me quedo asombrado, pero no me río, porque me dieron ganas de reírme, ¿no? O sea ya iban muy agresivas. Y después, abajo, una vez que ya termina la asamblea insultan con esto de priista, como si no hubiera derecho a ser priista y no, no lo era nadie ahí, empiezan a insultar a Víctor Flores Olea. Y por ahí andaban otros profesores. Para que la cosa no pasara a mayores yo les digo: “Vénganse, vamos. ¿Dónde está su coche? Vamos a platicar. Quiero platicar con ustedes”. Y las saco del Auditorio. Y ya los maestros…se ponían muy nerviosos que de pronto fueran insultados. Porque era otro el ambiente.

T.T.: Estamos entonces en el estacionamiento de la Facultad de Filosofía y Letras.

R.E.: Entonces me las subo a uno de los estacionamientos, que es el de arriba, el que está al nivel del piso de Rectoría. Y entonces ya se calman y nos vamos platicando, de nada relevante. Pero van muy calmadas y muy tranquilas, yo las recuerdo siempre solas. Y las llevo a su auto. Y ahí las dejo y ahí queda la cosa. Entonces la opinión que yo tengo de ellas, desde la primera ocasión, es que no eran despistadas, sobre todo Elena Garro, sino que iban, no sé por qué razón, a provocar. Pero como no fue la única vez que me fui con ellas, sino que fueron dos o tres… Estamos hablando de hace 42 años, la memoria no es muy fresca ya. Entonces me hago, digamos, relativamente conocido, parcialmente amigo, como tú le quieras llamar. Y entonces, digamos, mi función consiste en salirme con ellas y llevarlas al vehículo que ellas tenían. Pero lo que ellas pedían era correcto: que se incluyera en el pliego petitorio el problema de los campesinos de Ahuatepec. Pero ya no lo podíamos meter porque había miles de propuesta correctas y ya no podíamos meter una más.

T.T.: Son una serie de asambleas, varias, en las que tienes este contacto con Elena Garro y Helena Paz. Y tú las acompañas.

R.E.: Tan es así que se aprendieron mi nombre. Y tan es así que era yo el único que identificaban de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras.

T.T.: ¿Tú podrías identificar esa primera asamblea en la que se conocen ustedes? Más o menos el mes.

R.E.: Me es difícil, eh…debe haber sido por, debe haber sido por agosto. El momento de más auge del movimiento estudiantil, que fue el mes de agosto, donde hubo relativamente poca represión. Donde podíamos hacer las asambleas con toda libertad. Donde todo mundo podía exponer los asuntos.

T.T.: Todavía está lejano el 2 de octubre.

R.E.: Hasta donde me acuerdo, sí. Me has preguntado que si la versión que da Emmanuel Carballo en el sentido de que ellas (Elena Garro y Helena Paz)…



T.T.: Elena Garro.

R.E.: Sí, tienes razón, Elena Garro…le hablaba a altas horas de la noche, desvelándolo, para pedirle que me agarraran porque era yo una persona muy peligrosa que, junto con otros, quería imponer el socialismo en México. Yo lo que recuerdo… y te puedo decir dónde eran las reuniones con Emmanuel Carballo: eran en su casa, lo que ahora es la librería y el restorán Allende, eso era el jardín de la casa donde vivía él con Neus Espresate, la amiga de (la editorial) ERA.

Entonces yo recuerdo otra cosa. Yo lo recuerdo al revés. Yo recuerdo que él me comentó que le había hablado Elena Garro una vez para decirle que, por favor, me alertaran del peligro de que yo cayera a la cárcel. Que me cuidaran pues. Que no me dejaran a la deriva porque había un peligro grande de que yo cayera en la cárcel. Lo cual era obvio. Yo y todos los demás del Consejo Nacional de Huelga. No era yo la excepción. Es lo que yo recuerdo.

T.T.: Eso es lo que recuerdas que él te comentó en aquella época.

R.E.: Así es. Ahora, no es cosa de confrontarnos porque, te repito, son 42 años. Yo eso recuerdo, él…probablemente lo opuesto. Y no puedo decir que seguramente él está equivocado…Pero yo nomás te digo que recuerdo lo contrario a lo que él dice. Pero bueno, él es amigo mío y, seguramente él entenderá que mi memoria es otra. Y que lo que yo capté fue algo completamente diverso, pero que tanto posibilidades tiene él de equivocarse como yo de equivocarme porque... Ahora, si él me hubiera dicho eso pues sencillamente hubiera borrado del mapa a Elena Garro y no la hubiera querido volver a ver.

T.T.: Pero hay una cosa extraña. En la versión de Carballo él afirma que Elena Garro llamaba para que te aprehendieran. ¿Qué tenía él que ver o qué influencia podía tener para que, en dado caso, se hiciera eso, como si tuviera un contacto en la Secretaría de Gobernación o en la policía? Se lo preguntaré a él pero parece muy extraño.

R.E.: No, no es tanto. Probablemente, eso sí, la policía estaba al tanto de que yo iba con alguna frecuencia a la casa de Neus Espresate y de Emmanuel Carballo. Entonces ella enterada de que éramos amigos le habló y le dijo lo que él dice que le dijo. Yo sostengo que dijo lo contrario, Elena Garro, que trataba de protegerme. Seguramente porque se estableció una corriente de simpatía. Así como te digo que eran provocadoras e iban a molestar a la gente, se estableció una corriente de simpatía…

T.T.: Entre ellas y tú.

R.E.: Sí, así es.

T.T: ¿Con las dos Elenas o con alguna de ellas?

R.E.: Con la mamá y con la hija. Con las dos.

T.T.: Pero hay una cosa, tú dices, y ese es tu punto de vista, de que ellas iban a provocar. ¿Pero consideras que iban a provocar en el sentido de alguien que tiene su punto de vista político? O que iban a provocar como, bueno, es famoso que los provocadores iban a una asamblea para reventarla, enviados por Gobernación…

R.E.: No…

T.T.: Habría que aclarar bien de qué tipo de provocación se trataba.

R.E.: Yo sigo considerando…Leí todo, leí lo de Christopher (Domínguez Michael) , leí todo lo que ha caído en mis manos sobre este asunto. Yo sigo considerando que no eran agentes. Ellas no dudo que se hayan ido a meter con (Fernando) Gutiérrez Barrios, no lo dudo. Muy chistoso porque parece que tenía muy bonitas piernas…

(risas)

T.T.: Elena Garro.

R.E.: Sí, pues yo se las vi, por andar platicando…

(más risas)

T.T.: Conste, esto va a quedar grabado.

R.E.: Ponlo, ponlo, porque es cierto.

T.T.: Sí, está bien.

R.E.: Era ya una persona grande pero las piernas bonitas no se quitan. Entonces que Gutiérrez Barrios se las veía. Cosas así he leído. Entonces te repito: no creo que fueran policías porque lo que planteaban era correcto.

T.T.: Entonces lo que te parecía “provocador”, entre comillas,…

R.E.: Eran los insultos…

T.T.: …era la forma en la que lo hacían.

R.E.: No, no, es que eran insultos porque ellas no eran gente de izquierda. Tan derecho teníamos nosotros, algunos, a ser de izquierda , comunistas, como era mi caso, como ellas tenían derecho de ser católicas, y gente de derecha, que de todas maneras estaban con movimientos campesinos correctos, con movimientos campesinos que tenían la razón. Pero yo no las veo en el plan de agentes porque todo lo hubieran confundido. Si a ellas les hubieran dicho, ¿a ver qué pasa en la asamblea?, no hubieran podido decir qué pasaba porque se hubieran confundido.

T.T.: ¿Qué quieres decir con eso?

R.E.: Lo que quiero decir es que no nos conocían bien ni sabían bien de qué se trataba, ni el pliego petitorio demostraba que fuéramos comunistas ni queríamos establecer el socialismo en México, aunque fuéramos socialistas. Ni nada de lo que supuestamente Elena le dijo a Emmanuel. Probablemente Emmanuel, con el paso de los años, se confundió. Probablemente el confundido sea yo. Pero yo estoy seguro, hasta donde puedo estarlo después de tanto tiempo, que ellas más bien lo que intentaban era protegerme.

Y para empezar un agente policiaco no va a hablar, va a escuchar y a tomar nota. Ellas…sobre todo Helenita Paz, hablaba hasta por los codos. Nosotros conocíamos policías y los dejábamos ahí, no nos importaba que estuvieran los policías ahí: no podían obtener nada que no pudiéramos hacer público. Entonces ellas, de haber sido policías hubieran ido a informarse y no digamos a tomar parte y a hacer una zarabanda de todo aquello, a que terminara en un desmadre que hubiera podido subir de tono.

T.T.: Pretexto para la represión.

R.E.: No, no tanto. Pero sí que alguien les contestara violentamente, alguna mujer. Y entonces hubiera bofetadas y ese tipo de cosas, que afortunadamente nunca hubo.

T.T.: Por ejemplo: ¿se quedaban desde el principio de la asamblea hasta el final?

R.E.: Así es. Pero no dudo que si podían iban y se metían con el Presidente, yo no lo dudo, y le decían “estos pinches comunistas” o lo que sea, pero eso no las hace policías.

T.T.: Bien, pero por ejemplo una asamblea estudiantil puede durar horas.

R.E.: Pero eran aproximadamente dos horas cada asamblea.

T.T.: Ah, ¿no eran asambleas maratónicas?

R.E.: Esas eran las del Consejo Nacional de Huelga. Estamos hablando de las del Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras.

T.T.: ¿Entonces nunca las viste en el Consejo Nacional de Huelga?

R.E.: No, nunca fueron.

T.T.: Ya. En todo caso, aún suponiendo que fueran ciertas esas acusaciones, de lo único que podían enterarse era de lo que pasaba en Filosofía y Letras.

R.E.: Así es.

T.T.: Suponiendo eso.

R.E.: Así es. No fueron, que yo sepa, ni al Consejo Nacional de Huelga ni a otros comités.

T.T.: Yo voy a ir, si no hay problema, voy ir con Carballo a preguntarle sobre esto.

R.E.: Dile, para empezar, que lo mando saludar.

T.T.: Claro.

R.E.: Que mi versión es otra. Pero que no tengo el monopolio de la memoria ni de…

T.T.: Pero por eso. ¿Tú estás seguro de lo que estás diciendo?

R.E.: Yo estoy seguro de lo que estoy diciendo, aunque puedo estar equivocado. Y el que pude estar en lo correcto es él. Pero (con énfasis) lo pongo en duda porque entonces yo las hubiera odiado. Si querían meterme al bote las hubiera odiado.

T.T.: Lo importante es que lo que tú recuerdas es que, lo que él te dijo a ti…

R.E.: Fue lo contrario.

T.T.: …que te dijo lo contrario, en su momento.

R.E.: Así es. Eso lo puedes publicar, se lo puedes decir a él, puedes hacer lo que quieras con esa aseveración. Yo recuerdo lo contrario.

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Me gusta la buena conversación, sea personal o en línea, pero borraré sin contemplaciones cualquier insulto. Cuando he criticado a alguien siempre he mostrado las razones para hacerlo. Y jamás me he ocultado en el anonimato, como hacen muchos en línea.